“La experiencia de misión me ha hecho ser el cura que soy”: Mons. Joseba Segura

“La experiencia de misión me ha hecho ser el cura que soy”: Mons. Joseba Segura

Con motivo de su elección al frente de la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias, las Obras Misionales Pontificias han entrevistado a Mons. Joseba Segura, obispo de Bilbao, que ha hablado de su experiencia misionera y de las prioridades en esta nueva responsabilidad.

P: ¿Es muy importante vivir una experiencia de misión? Este fue su caso, con 12 años como misionero en Ecuador…

Ha sido una parte importantísima de mi vida. Me ha marcado porque conocí una cultura muy distinta a aquella de la que yo provengo. Y también una cultura religiosa bastante diferente, mucho más sensible a todas las manifestaciones, popular. Aprendí mucho allí y con la fe del pueblo latinoamericano.

P: ¿Cuál fue su tarea?

Llegué allí para promover la Caritas Nacional de Ecuador, pero siempre estuve en una parroquia. De hecho fue una parroquia nueva en el norte de Quito y me tocó hacerla comunidad y hacer también todo lo que era la infraestructura. Los últimos tres años –hasta 2017–, estuve en Riobamba, en una parroquia rural, con bastantes comunidades indígenas. Encargado también de las finanzas de la diócesis de Riobamba. Las dos diócesis, tanto Quito como Riobamba, están en lo que llaman la sierra, a 2.800 metros. Son poblaciones que están muy altas. He tenido así la suerte de trabajar en parroquias, en dos parroquias muy diferentes, porque una era urbana y la otra, rural. Pero, además, con motivo de mi trabajo en Caritas, he estado en muchas provincias y he conocido muchas comunidades. Tengo una idea concreta de lo que es la realidad de la religiosidad y también de la vida eclesial de Ecuador.

P: ¿Qué aporta el Evangelio en una realidad como la que usted vivió?

Primero, cuando uno llega allí resulta que el Evangelio está más hecho en la vida de las personas que en la de uno mismo. El Evangelio no es que aporte sino que forma parte de la vida de la gente. La gente se levanta y da gracias a Dios por el nuevo día y tiene ese sentimiento de agradecimiento y también de oración permanente, pide la bendición a las mamás… La religiosidad es un elemento que forma parte integral de la vida y ciertamente es una fuente de esperanza muy grande para muchísimas personas. Y también es una ocasión para constituir comunidades, para vivir la fe en comunidad. La comunidad es muy importante allí –aquí nosotros somos bastante más individualistas–. La vida comunitaria y las referencias familiares todavía son importantísimas en Latinoamérica y también en África y en todas las culturas tradicionales.

P: Al terminar su tiempo de misión, volvió a su diócesis de Bilbao. Un momento de contraste.

Bueno, conocía también la vida y la realidad social de aquí. Tampoco te extraña tanto, pero hay muchas diferencias. Primero, en el nivel de vida de las personas. Segundo, en la juventud. Las sociedades latinoamericanas son muy jóvenes y, si vas a África, todavía te encuentras con una edad media más joven. Si tú llegas a Bilbao en este momento, te encuentras que la edad media es muy alta y si vas a un bar te encuentras gente muy mayor; en la calle, hay pocos jóvenes, y niños hay también, pero menos. En cambio, si tú andas por cualquier ciudad de Latinoamérica te encuentras con que la juventud está por todos lados, los niños están por todos lados. Es un elemento muy diferente.

Luego está el tema de la fe. Aquí para mucha gente, la oración ya no existe. Consideran que no hay nada más allá de lo que es su vida cotidiana y las experiencias que tienen habitualmente. Dirigirse a Dios dando gracias, por ejemplo, está fuera de su radar. En cambio, en Latinoamérica, eso forma parte de la vida cotidiana de la gran mayoría de la gente.

P: Usted fue cocinero antes que fraile. Acaba de ser elegido presidente de la Comisión de Misiones y Cooperación con las Iglesias. ¿Esta experiencia como misionero, en qué le puede ayudar para dirigir la Comisión?

Conozco muchos misioneros y misioneras en diferentes países, y no solamente por mi experiencia en Ecuador, sino por otras oportunidades que he tenido también de contactar con ellos y de conocerles. Lo primero que creo que te ayuda es saber un poco cuál es la experiencia de la gente que está viviendo en esas situaciones. Hay que valorar muchísimo el trabajo que están haciendo, dar gracias a Dios por su esfuerzo y hacer todo lo posible, desde mi responsabilidad, para apoyarles en lo que necesiten.

Segundo, la experiencia de misión, que me ha hecho ser el cura que soy en su momento, y luego el obispo que puedo ser, ha sido fundamental. Quisiera por eso que también la viviera mucha gente, aunque no tengamos muchos sacerdotes aquí en España, aunque lo que está pasando sea que, más que ir nosotros, ellos vienen aquí. Así va a ser el futuro de la Iglesia española, con sacerdotes y agentes de pastoral que vienen de otros países. Aún así es muy importante que haya gente que tenga la experiencia de ir, de vivir unos años al menos toda esa experiencia, que puedan enriquecernos porque el mundo no se acaba en Europa.

P: ¿Cuáles son las prioridades de la Comisión Episcopal de Misiones con respecto a la Iglesia aquí en España?

Primero, ya existe toda una estructura que nos permite ayudar, apoyar, escuchar la vida de los misioneros que todavía están en la misión ad gentes. Segundo, hay que promover todo lo que sea sensibilización de jóvenes. Que hagan experiencia misionera y ojalá consigamos también que algunos sacerdotes tengan al menos la oportunidad de estar un tiempo, aunque sea limitado, en una experiencia de misión que les va a conformar también la vida. También está el apoyo económico, porque estas iglesias normalmente tienen muy pocos recursos y las comunidades son humildes. Tenemos el Fondo Nueva Evangelización, que puede echar una mano. Hay que hacer todo lo posible para que la gente que está trabajando en misión se sienta acompañada y respaldada y que aquí seamos capaces, también, de mantener viva la llama de la misión ad gentes. Todo esto, además, nos puede ayudar a nosotros a vivir aquí con más esperanza y con más ilusión la labor misionera en Europa, que es muy difícil y muy compleja.

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