Grupo Tú Eres Misión: La comunidad eclesial, responsable de la Misión

Grupo Tú Eres Misión: La comunidad eclesial, responsable de la Misión

Grupo Tú Eres Misión: La comunidad eclesial, responsable de la Misión

Oración

Amar es darse a todos los hermanos
uniendo en nuestras manos el gozo y el dolor.
Y al amarnos el mundo se renueva,
la vida siempre es nueva, siempre es nuevo el amor.

Yo sé, Señor, que aunque hablara las lenguas del mundo,
aunque todos me llamen profeta,
si no puedo amar, soy sólo un rumor.
Yo sé que, sabiendo las ciencias extrañas,
conociendo secretos ocultos,
seré poca cosa, si no tengo amor.

Yo sé, Señor, que, aunque tenga una fe tan intensa
que traslade montañas y rocas,
de nada me sirve, si no tengo amor.
Yo sé que, aunque queme mi cuerpo en las llamas,
aunque todo lo entregue a los pobres,
si no puedo amar es sólo ilusión.

Yo sé, Señor, que la vida imperfecta del hombre,
las palabras y las ciencias transcurren,
como un ave errante que cruza veloz.
Yo sé que, aunque el tiempo devore la tierra
y el olvido sepulte la historia,
en medio de todo perdura el amor
.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (4, 32-37)

El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba. José, a quien los apóstoles apellidaron Bernabé, que significa hijo de la consolación, que era levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió; llevó el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.

Cada uno de los miembros de la Iglesia debe asumir su propia responsabilidad en la tarea de la evangelización y de la acción misionera. Pero esto no debe hacernos olvidar que cada uno de los bautizados existe, como cristiano, en el seno de la Iglesia. Por ello, el sujeto responsable radical de la misión es la comunidad cristiana, donde cada persona recibe de ella y en ella la fe y, por tanto, el compromiso y la tarea de la misión universal. Los elementos constitutivos de la comunidad eclesial viven de y para la misión.

Así pues, la comunidad cristiana está constituida, desde su origen, por un grupo de personas a las que Dios convoca para enviarlas a continuar el anuncio que a ellas mismas ha congregado. El envío, por tanto, no es algo posterior, sino el motivo mismo de la convocatoria.

Si la comunidad eclesial es la responsable de la misión, ésta debe estar presente en todas sus actividades.
Lo misionero no puede ser algo añadido o yuxtapuesto al conjunto de las actividades de la Iglesia. Y esto se tiene que percibir sobre todo en la catequesis y en la liturgia. Sin embargo, continuamos observando la escasa referencia a la dimensión misionera en estos procesos.

  • Los sacramentos de iniciación son la base para llegar a una madurez cristiana. ¿Dónde está presente la misión en la preparación del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía?
  • ¿Descubres aspectos misioneros en las celebraciones litúrgicas?

La Iglesia, asamblea de convocados, debe vivir como una comunidad de personas que se sienten incluso como una familia. Este estilo de vida es intrínsecamente misionero porque resulta atractivo para otros, porque es hospitalario y acogedor, porque da testimonio del amor cristiano. Y es que este estilo comunitario de la Iglesia arranca del modo como Jesús se relacionó con sus discípulos. El Señor los reúne y los congrega en el Espíritu, y esta reunión está impregnada por la alegría, por el gozo de una vida renovada, en la que experimentan nuevas relaciones con Dios y con los hombres.

  • ¿Cómo me sitúo en mi comunidad? ¿Conozco a la gente, interactúo con ella? ¿Crees que el estilo de vida de nuestras parroquias es como el de las primeras comunidades?

En la antigüedad cristiana, cada cristiano invitaba a la fe a los paganos que encontraba en su vida cotidiana. Cuando éstos se convertían, iniciaban el proceso catecumenal, a través del cual iban dando pasos hacia una plena incorporación a la comunidad eclesial. Ésta los acompañaba en todo este proceso y lo celebraban solemnemente en la Vigilia pascual. Este planteamiento antiguo condensaba toda la actividad misionera de la iglesia. Y en esta dinámica se expresaba toda la preocupación misionera de cada Iglesia. Esta perspectiva se fue diluyendo a lo largo de los siglos y hoy nos encontramos con una panorámica diferente.

Para que cada una de las comunidades eclesiales sea realmente misionera, se requiere una pastoral misionera, es decir, que toda la pastoral esté impregnada de la lógica misionera y que haya actividades que destaquen de modo directo la dimensión misionera. La lógica misionera debe incidir de modo radical e innovador sobre la vida y las actividades de cada comunidad cristiana.

”La gracia de la renovación en las comunidades no puede crecer si no dilata cada una los espacios
de la caridad hasta los últimos confines de la tierra, y no siente por los que están lejos una preocupación similar a la que siente por sus propios miembros” (AG 37).

Para lograr una pastoral con lógica y alma misioneras conviene caminar hacia una pastoral de frontera, de anuncio, de presencia, de testimonio, siempre en actitud de salir, de ir al encuentro, dando más importancia a los procesos de iniciación, de acompañamiento, donde la acogida y el empuje hacia los que no conocen a Cristo sean prioritarios.

  • ¿Encontráis estos elementos misioneros en las comunidades?
  • Si no es así, ¿cómo podéis recuperar la apertura misionera y el compromiso que implica?

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