Papa Francisco: “el Evangelio no es solo para mí, es para todos”
El Papa Francisco ha desarrollado durante este año una serie de catequesis en las audiencias del miércoles sobre la pasión por la evangelización y el celo apostólico. En la de hoy, el tema ha sido “el anuncio es para todos”, inspirado en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, que este pasado viernes hizo 10 años que fue publicada.
“Tras haber visto la última vez que el mensaje cristiano es alegría, hoy nos entrémonos en un segundo aspecto: es para todos, el mensaje cristiano es alegría para todos”. Y recordaba una cita precisamente de Evangelii gaudium: “todos tienen el derecho de recibir el Evangelio. Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable”, por eso, decía el Papa, los cristianos debemos distinguirnos “por nuestra capacidad de ir más allá de nosotros mismos –un anuncio para ser un verdadero anuncio debe salir más allá de nuestro propio egoísmo– y también por tener la capacidad de superar toda frontera”. Debemos ser “extrovertidos”, un carácter que “viene de Jesús, que hizo de su presencia en el mundo un camino continuo, encaminado a llegar a todos”.
Jesús aprendía de sus encuentros, como ocurrió con la cananea, explicaba en la catequesis el Papa Francisco. Esta le pide que cure a su hija. Ante la negativa de Jesús, la mujer le responde con “los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Jesús queda impactado, “¡Mujer, grande es tu fe!”, y encuentra “confirmación en el hecho de que su predicación no debe limitarse al pueblo al que pertenece, sino que debe estar abierta a todos”.
La Biblia nos muestra que cuando Dios llama a una persona su criterio siempre es que “elige a alguien para llegar a otros, ese es el criterio de Dios, de la llamada de Dios. Todos los amigos del Señor han experimentado la belleza pero también la responsabilidad y el peso de ser ‘elegidos’ por Él. Y todos han sentido el desánimo ante sus propias debilidades o la pérdida de sus seguridades. Pero quizás la mayor tentación sea considerar la llamada recibida como un privilegio. Por favor no, la llamada no es un privilegio, jamás. No podemos decir que somos unos privilegiados respecto a los demás, no. La llamada es para un servicio. Y Dios elige a uno para amar a todos, para llegar a todos”. Y concluía: “el Evangelio no es solo para mí, es para todos”.