Mensaje para el Domund 2024: la misión, una invitación a todo hombre y mujer
Se acaba de hacer público el Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones 2024, el Domund, que tiene como inspiración el pasaje evangélico de San Mateo de “Vayan e inviten a todos al banquete”, una imagen de la misión en la que se refleja el estilo, los destinatarios y el fin último de la misión.
“Para la Jornada Mundial de las Misiones de este año he elegido el tema de la parábola evangélica del banquete nupcial”, dice el Papa en el inicio de su mensaje. Este pasaje en el que el rey, protagonista del relato, envía a sus siervos a los cruces de los caminos para invitar a todos al banquete, da pie a “destacar algunos aspectos importantes de la evangelización”. Con el estilo didáctico y cercano que caracteriza al Papa Francisco, se analiza cada parte del lema propuesto para este Domund, comenzando con el “¡Vayan e inviten!”. Son los “dos verbos que expresan el núcleo de la misión”. Fue lo que el mismo Jesús “dijo a los discípulos, tanto antes como después de su resurrección: ¡Vayan!, involucrándolos en su misma misión”.
E inspirado en este envío, el Papa da las gracias “a los misioneros y misioneras que, respondiendo a la llamada de Cristo, han dejado todo para ir lejos de su patria y llevar la Buena Noticia allí donde la gente todavía no la ha recibido o la ha acogido recientemente. Queridos hermanos, vuestra generosa entrega es la expresión tangible del compromiso de la misión ad gentes que Jesús confió a sus discípulos: «Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos» (Mt 28,19). Por eso continuemos rezando y dando gracias a Dios por nuevas y numerosas vocaciones misioneras dedicadas a la obra de evangelización hasta los confines de la tierra”.
Pero es todo cristiano, no solo los misioneros, el que “está llamado a participar en esta misión universal con su propio testimonio evangélico en todos los ambientes, de modo que toda la Iglesia salga continuamente con su Señor y Maestro a los ‘cruces de los caminos’ del mundo de hoy”.
La segunda parte del lema, “al banquete”, muestra la dicotomía de que “mientras el mundo propone los distintos ‘banquetes’ del consumismo, del bienestar egoísta, de la acumulación, del individualismo; el Evangelio, en cambio, llama a todos al banquete divino donde, en la comunión con Dios y con los demás, reinan el gozo, el compartir, la justicia y la fraternidad”. Una plenitud de vida que, dice el Papa, “anticipa ya desde ahora en el banquete de la Eucaristía que la Iglesia celebra por mandato del Señor y en memoria de Él”. Es por eso que todos estamos llamados a vivir más intensamente cada Eucaristía en todas sus dimensiones: “Con cuánta más fe e impulso del corazón, en cada Misa, deberíamos pronunciar la aclamación: «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven, Señor Jesús!»”. En esta perspectiva, en el año dedicado a la oración en preparación al Jubileo de 2025, el Papa desea “invitar a todos a intensificar ante todo la participación en la misa y la oración por la misión evangelizadora de la Iglesia”. La oración diaria y la Eucaristía harán de que todo cristiano sea peregrino-misionero de la esperanza, “en camino hacia la vida sin fin en Dios, hacia el banquete nupcial preparado por Él para todos sus hijos”.
Finalmente está el “Todos”. Como les decía a las Obras Misionales Pontificias en junio pasado: el todos “está en el corazón de la misión, ese “todos”, sin excluir a nadie. Todos. Por tanto, toda nuestra misión brota del Corazón de Cristo, para dejar que Él atraiga a todos hacia sí”. Todo cristiano lleva siempre “en su corazón la preocupación por todas las personas de cualquier condición social o incluso moral”. Y es que “todo hombre y toda mujer es destinatario de la invitación de Dios a participar de su gracia que transforma y salva. Solo hace falta decir ‘sí’ a este don divino y gratuito”.
Recordando el Papa que la sinodalidad es de por sí misionera y, viceversa, insiste en “una estrecha cooperación misionera resulta hoy aún más urgente y necesaria en la Iglesia universal, así como en las Iglesias particulares. Siguiendo la línea del Concilio Vaticano II y de mis predecesores, recomiendo a todas las diócesis del mundo el servicio de las Obras Misionales Pontificias”. Por esta razón, “las colectas de la Jornada Mundial de las Misiones, en todas las Iglesias locales, están enteramente destinadas al Fondo Universal de Solidaridad que la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe distribuye después, en nombre del Papa, para las necesidades de todas las misiones de la Iglesia”.
El Papa concluye el mensaje dirigiendo una “mirada a María, que obtuvo de Jesús el primer milagro, precisamente en una fiesta de bodas, en Caná de Galilea” ¡Santa María, Estrella de la evangelización, ruega por nosotros!