Grupo Tú Eres Misión: Las tres tareas de la única misión

Grupo Tú Eres Misión: Las tres tareas de la única misión

Oración inicial

Oremos con la Iglesia.

Te damos gracias, Padre de bondad, y te glorificamos, Señor, Dios del Universo, porque no cesas de convocar a hombres de toda raza y cultura, por medio del Evangelio de tu Hijo, y los reúnes en un solo cuerpo, que es la Iglesia. Esta Iglesia, vivificada por tu Espíritu, resplandece como signo de la unidad de todos los hombres, da testimonio de tu amor en el mundo y abre a todos las puertas de la esperanza […]. Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando […]. Por Cristo, con Él y en Él, a Ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Cf. Plegaria Eucarística V)

Lectura Hch 13, 1-5

“En la Iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, llamado Níger; Lucio, el de Cirene; Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo. Un día que estaban celebrando el culto al Señor y ayunaban, dijo el Espíritu Santo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado». Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los enviaron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre. Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, llevando también a Juan, que los ayudaba.”

Como ya hemos hablado, la Iglesia existe para evangelizar; y esto solo lo puede hacer bien si se “deja hacer” por el Espíritu. Ello implica inscribirse en el momento histórico que vivimos.

Este tiempo está lleno de desafíos y problemas, pero debe ser comprendido como un tiempo privilegiado (kairós) para robustecer la alegría de la fe y recuperar el coraje de la evangelización que siempre ha protagonizado los momentos de cambio. Así, en los momentos iniciales de la Iglesia, ésta se descubre esperanzada para llevar adelante las tareas insospechadas que se le presentan porque vive de la alegría de la Pascua y se deja interpelar por las llamadas del Espíritu.

Igualmente ahora nos toca salir del cenáculo para anunciar el Reino. Esto nos sitúa responsablemente ante Dios que nos ha llamado y ante el mundo en el que vivimos, destinatario de la Buena Nueva. Por ello, la Iglesia universal, en cada Iglesia local y, más concretamente, cada cristiano, debe indagar y escrutar los signos de los tiempos y discernir su propia contribución a la misión única y universal, proceso global, complejo y dinámico.

¿Qué quiere decir esto?

  • Es un proceso global, dado que no pretende un objetivo o unas acciones concretos, sino la totalidad o “globalidad” de lo que es el credo de la fe cristiana.
  • Es un proceso complejo, porque ha de integrar una diversidad de elementos, cada uno de los cuales es importante dentro de la misma identidad evangelizadora de la Iglesia: el testimonio, el anuncio explícito de Dios, la liberación, la eliminación de todos los obstáculos a la reconciliación, el diálogo, la defensa de la creación, la educación catecumenal, la celebración sacramental, etc.
  • Y es, a la vez, un proceso dinámico, porque ha de ser gradual, siguiendo los ritmos pedagógicos adaptados a cada persona, cultura, contexto y situación, como manifestación de la misma paciencia de Dios.

Como ves, la evangelización es un concepto amplio y variado, difícil de definir sin caer en reducciones. La Iglesia después del Concilio Vaticano II  ha asumido la tendencia a incluir en el término toda su misión global: todo es evangelización. Así pues, se afirmará sin paliativos que “evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar” (EN 14). Por consiguiente, la evangelización abarca dinámicamente toda la acción de la toda Iglesia universal.

Además, por su dinamismo y complejidad, en la evangelización se suelen distinguir tres acciones prototípicas: la acción misionera, la acción catecumenal y la acción pastoral.

Para hacernos una idea, desde los destinatarios y el modo de presencia de las iglesias, la distinción mayor se halla en que la misión va encaminada a aquellos que no conocen experiencialmente a Cristo, tanto en ambientes geográficos como sociales y culturales. La pastoral será la acción evangelizadora realizada a diversos niveles allí donde la Iglesia está constituida. Entre ambas, se halla la acción catecumenal, situada entre la conversión inicial y la incorporación a la comunidad eclesial por el proceso de la iniciación cristiana. Hoy se habla mucho de nueva evangelización; por eso conviene también presentarla en su sentido genuino.

Juan Pablo II, en Redemptoris missio (33s), siguiendo a AG 6, explicita esta forma de comprender la totalidad de la actividad eclesial y mantiene que las diferencias “nacen no de razones intrínsecas a la misión misma, sino de las diversas circunstancias en las que ésta se desarrolla”. Por lo demás, “no es fácil definir los confines entre atención pastoral a los fieles, nueva evangelización y actividad misionera específica”. Ahora bien, “hay que subrayar, además, una real y creciente interdependencia entre las diversas actividades salvíficas de la Iglesia: cada una influye en la otra, la estimula y la ayuda”. Así, pues, estas etapas no han de entenderse como meras fases temporales y lineales, sino también como dimensiones graduales del proceso integral, coherente, dinámico y diversificado de la evangelización.

Así pues, es importante que, haya una auténtica pastoral que viva desde y para la misión. Y hablamos de la pastoral, porque es la comunidad eclesial con “estructuras sólidas y adecuadas” la que tiene que llevar adelante (desde la diferenciación armónica de carismas y ministerios) toda la acción evangelizadora; es decir, las Iglesias locales desde su pastoral cotidiana han de favorecer las diversas acciones y dimensiones evangelizadoras.

Y, tras este “textazo”, puedes escuchar esta canción inspiradora y potente. Luego mira las preguntas que hay más abajo; pregúntate, reflexiona y llévalo a la oración.

  •  ¿Dónde te sitúas como destinatario de la acción evangelizadora de la Iglesia?: ¿en la etapa misionera, catecumenal o pastoral?
  • ¿En qué punto está mi comunidad parroquial? ¿Qué prioridades respecto a las tareas o actividades de la única misión hay? ¿En qué se gastan más recursos (humanos y materiales)?,
  • ¿Cómo podrías ayudar tú para que los diversos animadores pastorales comprendan que el horizonte de toda evangelización está en la misión ad gentes?

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