La gran misión en el año jubilar de la Madre de Déu

La gran misión en el año jubilar de la Madre de Déu

En nuestra diócesis de Valencia estamos celebrando un Año Jubilar con motivo del primer centenario de la coronación pontificia de la imagen de la Mare de Déu dels Desamparats, año que se prolongará hasta mayo de 2023.

El pueblo fiel y otras muchas personas acuden a los pies de la Virgen Santísima para darle gracias y para rogarle favores.

Le damos gracias por ser Ella quien es: nuestra Madre en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo.

Fue el mismo Jesús quien nos la dió como Madre (Cif. Jn 19, 26-27):

-“Ahí tienes a tu madre”.

Y a su Madre, el Señor le dijo:

-“Ahí tienes a tu hijo”.

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Gracias al bautismo somos hijos amados de Dios, pero Dios mismo ha querido también que tengamos una Madre, su propia Madre; así la llamamos y la invocamos: la Mare de Déu.

Mare dels Desamparats. Los más desamparados son los que no conocen a Dios ni a su Hijo Jesucristo, los pobres, los enfermos, los migrantes, las personas que sufren los horrores de la guerra y de las múltiples injusticias que se dan en nuestro mundo, los abandonados, los que no cuentan, los descartados, las víctimas inocentes, etc.

Realizamos esta Gran Misión diocesana para llevar a todos la alegría de creer en Jesús y en su buena noticia, en su amor, su bondad, su misericordia, su fidelidad, su compasión, su Salvación.

Ahora toca hacerlo desde nuestras parroquias, colegios, grupos, escuelas, facultades, familias: es necesario volver a escuchar con renovada pasión lo esencial de nuestra fe cristiana: el kerygma.

Y es que Dios nos ama tanto que envió a su Hijo Jesucristo para rescatarnos del pecado, del mal y de la muerte eterna.

Y tras la Ascensión, el Padre y el Hijo han derramado el Espíritu Santo en el corazón de cada creyente, de cada bautizado. La Iglesia tiene la gozosa misión de anunciar al Salvador y la Salvación que Él nos ha conseguido gracias a su Misterio Pascual.

Seguramente en algunos Dios despertará la vocación ad gentes, es decir, marchar de su casa y de su país a otro país o a otro lugar poco o nada evangelizado para llevar a cabo allí la misión cristiana.

Dios quiera que sean muchos, porque nuestro mundo lo necesita, aunque a veces no lo admita o crea que Cristo es un estorbo para vivir felizmente.

Precisamente es todo lo contrario: ya que Dios nos quiere felices, alegres, esperanzados, ilusionados; por todo eso nuestro compromiso evangelizador debería ser cada vez mayor, en Valencia y fuera de Valencia, donde Dios quiera, donde la Iglesia nos envíe.

Que la Santísima Virgen de los Desamparados nos ayude a ser misioneros y a ejercer como tales en todas partes y en todo momento, para mayor gloria de Dios

José Vicente Martínez, diciembre de 2022

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