Predicar el Evangelio es construir la paz

Predicar el Evangelio es construir la paz

Comprometerse en la construcción de la paz “es también celo apostólico, es proclamación del Evangelio, es bienaventuranza cristiana”, subrayó hoy el Papa Francisco durante su catequesis en la audiencia general de los miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro. La ocasión para reiterarlo fue una referencia a la vida del beato venezolano José Gregorio Hernández Cisneros (1864-1919), cuya figura recorrió en el marco de la galería de grandes testigos del celo misionero, que el pontífice propone desde hace unos meses en su cita semanal con los fieles. 

Laico, apóstol de la caridad, conocido por todos como “el médico de los pobres“, el beato Hernández Cisneros “prefirió la riqueza del Evangelio a la del dinero, gastando su vida en ayudar a los necesitados. En los pobres, los enfermos, los emigrantes, los que sufren, José Gregorio veía a Jesús”. De joven le hubiera gustado ser sacerdote, pero diversos problemas de salud se lo impidieron.

“Su fragilidad física -comentó el Papa- no lo llevó sin embargo a encerrarse en sí mismo, sino a convertirse en un médico aún más sensible a las necesidades de los demás. Este es el celo apostólico: no seguir las propias aspiraciones, sino la disponibilidad a los designios de Dios’.

Era el primero en sentirse “necesitado de la gracia” y sacaba fuerzas de la intimidad con Dios en la oración: en la Misa diaria, recordó el Papa, “unía a la ofrenda de Jesús todo lo que vivía: llevaba a los enfermos y a los pobres a los que ayudaba, a sus alumnos, las investigaciones que emprendía, los problemas que llevaba en el corazón”.

Pero otro gesto se inscribe también en esta dinámica: durante los años de la Primera Guerra Mundial, que ensangrentó Europa, se sintió llamado a ofrecer su vida por la paz. “No era su continente, pero la guerra hacía estragos allí”, comentó el Pontífice. Y cuando un amigo le visitó, el 29 de junio de 1919, lo encontró feliz porque se había enterado de que se había firmado el tratado de paz. “Su oferta fue aceptada, y fue como si presagiara que su tarea en la tierra había terminado”, relató Francisco. Esa misma mañana, mientras iba por la carretera para llevar medicinas a un enfermo, murió atropellado por un vehículo.

Partiendo de su ejemplo, el Papa invitó a todos a hacerse algunas preguntas: “Frente a Jesús, presente en los pobres que están cerca de mí, frente a los que más sufren en el mundo, ¿cómo reacciono?”. Pero es necesario tener en cuenta que la vida y la muerte del beato Hernández Cisneros son también un estímulo al compromiso ante los grandes problemas sociales, económicos y políticos de hoy.

“Tantos hablan de ello, tantos hablan mal de ello, tantos critican y dicen que todo va mal -comentó Francisco-; pero el cristiano no está llamado a esto, sino a ocuparse de ello, a ensuciarse las manos: ante todo a rezar, y luego a comprometerse, no a parlotear, sino a promover el bien, a construir la paz y la justicia en la verdad+

AICA

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