El Arzobispo de Valencia recibe al nuevo Obispo del Vicariato Apostólico de Requena de la selva peruana
El Arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, ha recibido en audiencia al nuevo Obispo del Vicariato Apostólico de Requena, en Perú, monseñor Alejandro Adolfo Wiesse León, territorio con el que la archidiócesis de Valencia asume un compromiso misionero desde hace varios años, así como con el Vicariato de San José, también en la Amazonía peruana.
Monseñor Wiesse, franciscano peruano, asume este nombramiento por el papa Francisco -en sustitución del Obispo valenciano monseñor Juan Oliver- “con temor pero con la confianza de saber que no estoy solo” y con el deseo de “continuar la disposición y colaboración con la Iglesia en Valencia”.
Igualmente, anima a laicos y al clero de Valencia a “sumarse a este proyecto misionero para la evangelización de las comunidades más alejadas”. Les diría “que no tengan miedo, que la selva es un ambiente muy acogedor, de gente muy buena, y si nosotros respondemos, el Señor pondrá todas las condiciones para que nos vaya muy bien” , explica.
“El Papa nos impulsa, nos anima, nos da coraje y, sobre todo, es quien mira a esta Iglesia que está en las periferias. Cómo no estar, por tanto, en un lugar donde los franciscanos fueron los que fundaron este vicariato”.
Según el Obispo, en el Vicariato de Requena “vivimos un ambiente con mucha fe y contamos a nivel de Iglesia con la ayuda de los agentes pastorales”. En este territorio, cuentan con 6 sacerdotes, comunidades religiosas que trabajan día a día en la educación, salud, en comedores para niños y ancianos, y sacerdotes que también cumplen esa misma función, así como la atención de los sacramentos de los fieles.
Requena tiene 70.000 habitantes, con una extensión de 80.000 kilómetros cuadrados y el acceso a cada uno de los puestos de misión se hace a través del río. Para poder llegar a todos ellos se necesitan, a veces, hasta 12 ó 20 horas de camino.
Ante esta situación, los misioneros tienen un papel clave para llevar el Evangelio hasta los más alejados, “sobre todo, en materia educativa y en catequesis, pero fundamental es la formación de agentes de pastoral”. Precisamente, “esto el Papa lo tiene muy claro: donde no hay un sacerdote o una religiosa, todos los bautizados tienen que entender que la evangelización es labor de todos”.
De ahí, la importancia de “tener agentes preparados, laicos, personas que tengan esa responsabilidad, que den su tiempo y que cubran esta parte de las comunidades ribereñas y ya no sólo en la Amazonía sino a toda la Iglesia”. En este sentido, “hay mucho espacio para el voluntariado, el voluntariado de los laicos”, afirma monseñor Wiesse. “Tenemos que caminar todos juntos y sentir que somos hermanos en la fe para llevar el Evangelio”.
El narcotráfico, la corrupción, la pobreza y la falta de educación, las problemáticas más duras a las que tienen que hacer frente
Con respecto al Vicariato de Requena, entre las carencias o problemáticas más duras figura la del narcotráfico, la trata de personas, la pobreza, la falta de educación, y ante esto, “la evangelización de la Iglesia, tiene que llevar vida en abundancia”.
En referencia también a las consecuencias del COVID-19, que golpeó duramente Perú, el Obispo recuerda que el país ha sabido afrontarlo pero es el “virus de la corrupción” -en estamentos sociales, política, servicios sanitarios, en el tema judicial- “el más dañino y el que empobrece más a una sociedad. Y, sobre todo, el caso de los más vulnerables de la Amazonía peruana son los que sufren más y es una de las cosas que hay que combatir”.
Otra de las necesidades en el Vicariato es el mantenimiento de las capillas, muchas de ellas muy deterioradas por las lluvias, y la necesidad de ayudas para poder visitar las comunidades porque “la gasolina cuesta bastante y las distancias para ir en lancha son importantes”.
En definitiva, éstas son carencias materiales pero lo más importante es que “ustedes se animen -y hago la invitación como pastor- para tener su presencia allí como voluntariado” y cita el buen ejemplo de la Universidad Católica de Valencia. “Se trata de enriquecerse mutuamente”, señala.